Mes: junio 2016

Las 10 campanadas de las 10 de la mañana

Estoy en mi terraza sentado y pensativo, saboreando un buen café. Acabo de oír las diez campanadas de la iglesia señalando otra vez que son las diez de la mañana pero las de hoy corresponden al 26 de junio de 2016. Y ellas me invitan … Continúa leyendo Las 10 campanadas de las 10 de la mañana

45 Millones

45 millones de minutos tiene como perspectiva nuestra vida. Pero… ¿Te a ocurrido alguna vez…? No has tenido trabajo pero has dispuesto de una cantidad de dinero para poder vivir. Quizás al principio lo has disfrutado pero ves que llega un momento en que se … Continúa leyendo 45 Millones

Los placeres olvidados

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Hoy he leído un post que me ha gustado enormemente, porque describe la triste realidad de cómo empleamos nuestra vida o mejor dicho como “tenemos” que emplear los años que vivimos.

Lleva por título ¿Te gusta tu trabajo? de Mónica Sánchez y os recomiendo que lo leáis porque es sumamente descriptivo y posiblemente esto nos ocurra sin siquiera darnos cuenta.

Yo sí que pienso así después de una larga vida pero entiendo lo difícil que es darse cuenta mientras se es joven.

Ella decía que solo podremos vivir tal como está el sistema 15 0 17 años, cuando nos jubilamos porque toda nuestra vida anterior la hemos entregado a trabajar para poder subsistir, por esto invitaba que al menos se trabajara en lo que a uno le gusta y cambiar el desafío diario por el deseo de hacer lo que te gusta.

Y yo ahora hago lo que me gusta.

Y hoy he hecho un montón de cosas interesantes.

Entre ellas pasear por la orilla de la playa y sentir el frescor del agua de  mar acariciándote los pies, un placer que se multiplica cuando va acompañado de una buena cerveza fresquita.

Más tarde el huerto me ha dado tomates y pimientos y demás con lo que he podido hacer una buena ensalada y un sofrito que acompañe a las albóndigas.

Y me siento rico.

Rico, aunque no tengo nada de valor tal como hoy se valoran las cosas, pero estas pequeñas cosas son placeres gigantes, placeres olvidados por culpa de la rutina del sistema.

Atrás quedaron las prisas para no llegar a ningún lado, las aglomeraciones, los metros, el comer de pie.

Y me alegro de ser viejo y haber llegado entero.

Porque normalmente el sistema suele acabar contigo.

Así que se acabaron todos los compromisos, todos menos uno, el que tengo conmigo que es vivir la vida como realmente es disfrutando cada minuto de ella y no permitiendo que el sistema te lo quite.

Ahora pronto anochecerá, me arreglaré y me pondré mi mejor traje para asistir a un espectáculo extraordinario que se emite cada noche en el horizonte, la puesta de sol sobre el mar.

PODEMOS cagarla

Ayer no tenía sueño.

Y empezó un programa curioso.

En un principio pensé que era un debate político.

Que éste año están de moda en éste  país pero nada más lejos, era un debate de compañías de telefonía móvil.

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Me di cuenta por los colores que usaban para distinguir su compañía.

El primero a la izquierda, el de azul era el de Movistar,  empezó a ofrecer ofertas para convencer a la audiencia,decía que las podía dar más baratas porque usaba una bolsa de pensiones o algo así, solo que las facturas se deberían pagar en sendos sobres.

El segundo de color rojo, de Vodafone, se volcaba en que su compañía era la mejor y que solo ella devolvería el uso del móvil a precios baratos para que las clases bajas tuvieran acceso, pero eso sí, tendrían que apuntarse a un curso de formación con la junta de Andalucía, supongo que para aprender a usar el terminal.

Otro, el de Orange, parecía muy educadito, quería quedar bien con todos y la tomó con el cuarto, que pobrecito, no llevaba la camisa ni planchada.

Seguro que éste cuarto era nuevo en éste tipo de debates, además creo que venía de Venezuela, porque era el que más ofrecía, pero ya saben ustedes aquello de la publicidad engañosa.

Para un buen debate lo importante es prometer más que el contrario y usar el «y tu más».

Así que no sé con que compañía quedarme, hasta ahora las he probado todas y todas me han robado.

Será que mejor rompo el contrato y quién quiera decirme algo, que me escriba por el correo de siempre, el del cartero.

A propósito, os dejo que me suena el móvil.

Ser camionero es duro

Siempre he oído decir que la vida de un camionero es sumamente dura. Yo que he estado mas de una década de camionero y por tanto con los suficientes elementos de juicio como para tener una opinión objetiva, QUIERO DESMENTIRLO.

Así como suena.

Es sabido que, en éste oficio te pasas la vida fuera de casa, que vives en una cabina de camión y que estás lejos de los tuyos.

Pero digo yo, más que un contratiempo para muchos, sino para casi todos, es una salida.

Si, el camionero está en la carretera y con un vehículo de grandes dimensiones con dieciséis velocidades Pero todos los días come en el restaurante, hechas sus cuatro horas y media de conducción y descansa en ocasiones con compañía, para suplir su falta de cariño en la soledad de su camión.

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Mi hogar durante años, donde fui muy feliz, créandme no es tan duro.

Tiene la cama al alcance de la mano, y cuando llega a destino allí le descargan por lo que tampoco tiene que hacer esfuerzo.

Seguramente y mientras el «sufre éste trabajo tan duro», su esposa vamos a llamarle «la camionera» posiblemente también tiene que acudir a su trabajo.

La camionera tiene que cuidar de una casa.
La camionera tiene que cuidar de los hijo.
La camionera seguro que no descansa cada cuatro horas y media, tiene la cama sumamente más lejos y no come en restaurante.

La camionera lo tiene que preparar, sin hablar de tener que estirar el sueldo hasta final de mes.

Por esto, y sin decir que ser camionero sea una cosa fácil, rompo una lanza en favor de los que le rodean.

Quizás a ellos no se les hace justicia. Si le preguntáramos a alguno seguro que no se cambiaría por su esposa, posiblemente «le guste seguir sufriendo ese oficio tan duro».

Incluso al campesino que trabaja de sol a sol pero en su oficio como no es obligado el tacógrafo puede estar las horas que quiera.

O el albañil a veces en las alturas.
O en otros muchos oficios que son muy duros pero que no son reconocidos como tal.

Así que, no es tan dura «fittipaldi».

Odio… no gracias.

La humanidad ha llegado a ser tan inteligente que ha mejorado mucho la calidad de vida.  Mejorando la ciencia, las vacunas contra las enfermedades, la expectativa de vida y una mejor calidad de ella. Pero la “inteligencia» del hombre es tal, que también se puede destruir así mismo.

Solo haría falta recordar el odio étnico en Ruanda, entre los hutus y los tutsis que en el último enfrentamiento produjo 800.000 asesinatos. O las diferencias étnicas en los Balcanes, o en México, y diferentes lugares más.

Y digo yo… hay alguien que sea mejor que alguien…?

Todos nos equivocamos, todos cometemos errores, todos tenemos virtudes y todos en algún momento de nuestra vida acertamos alguna vez.

Pero hay algo que deberíamos tener muy claro, necesitamos de los demás. Siempre hay alguna ocasión que necesitamos ayuda externa.

Por lo tanto, tendríamos que cooperar entre nosotros, en vez de destruirnos.

Así somos, y deberíamos meditar en ello, porque en ciertos parámetros hay muchos intereses creados, pero a nivel personal podemos hacerlo.

No podemos pensar que somos mejores simplemente porque tenemos otro color de piel o porque hemos nacido en otro sitio, ni siquiera por que nos gusta un club de fútbol diferente, cada uno es especial con sus virtudes y sus errores, pero nadie es mayor que otro.

Y ese respeto debería imperar.

Recuerdo una parábola que leí en cierta ocasión en la Biblia que me enseñó mucho, decia:

«Un judío había sido golpeado por unos salteadores y había quedado como muerto en el camino.  Dice que paso un sacerdote y al verlo pasó por otro lado evitandolo; al rato paso un levita de los que servían en el templo, o sea de los que se dan golpes en el pecho delante de los demás, el cual también le hizo caso omiso dejándolo abandonado.

Mas tarde, pasó un samaritano, y en aquellos entonces Samaria no se hablaba con Judea, habían diferencias entre ellos, sin embargo el se paro y le ayudó, le curó las heridas y lo subió a su montura y lo llevo a un mesón. Le pagó al mesonero dos denarios que era lo que cobraba un obrero en dos días de trabajo y le dijo, cuida de el, y yo volveré a pagarte lo que te falte.»

Notamos el altruismo de esta persona…?

Es inconcebible pero hoy ocurre lo mismo, abundan muchos sacerdotes y levitas pero pocos samaritanos.

Y así nos va.

Si ésta reflexión nos ayuda a mejorar nuestras relaciones con otros, ya habrá cumplido su objetivo.