Estoy en mi terraza sentado y pensativo, saboreando un buen café.
Acabo de oír las diez campanadas de la iglesia señalando otra vez que son las diez de la mañana pero las de hoy corresponden al 26 de junio de 2016.
Y ellas me invitan a reflexionar sobre las veintitantas mil veces que han sonado a lo largo de mi vida.
Y cambian tanto de las primeras.
O mejor dicho ha cambiado el mundo que las rodea.
Por un lado estoy contento porque como otros he sido un testigo mudo de ellas, pero por otro lado triste porque se oyen en un mundo que se ha convertido en un lugar peligroso para vivir.
En la década de los sesenta o setenta pensábamos que cuando llegáramos al siglo XXI todo sería mejor, los coches no necesitarían ruedas porque planearían a medio metro del suelo, habría un entendimiento mejor entre los pueblos, las nuevas técnicas habrían dado paso a que nadie pasara hambre ni careciera de lo más necesario y la mayoría de las enfermedades habrían sucumbido a nuevas vacunas.
Los que se han quedado por el camino, allá donde estén es posible que todavía lo piensen.
Pero yo que tengo el testimonio del mundo actual me doy cuenta que la humanidad es de dura cerviz y que al hombre no le corresponde ni siquiera dirigir su propio paso.
Los coches no solamente no vuelan, sino que contaminan las ciudades hasta crear un problema irreversible.
Una cuarta parte del planeta se muere de hambre por la mala gestión de los gobiernos que bañados en su propio vómito de corrupción no hacen otra cosa que llenarse los bolsillos a cambio del bienestar social y de su calidad de vida.
La violencia de género crea muertes, maltrato y amargura en todos los que la rodean.
Las guerras echan a las gentes de sus tierras a base de horror y muerte mientras los paises más “adelantados” miran hacia otro lado.
Ni siquiera ver a bebés ahogados en las orillas de las playas molestan sus conciencias.
Las industria farmacéuticas solo fabrican vacunas para paises que les llenan sus cuentas corrientes.
Y las principales entidades religiosas que están bañadas de sangre, porque han sido las responsables de mantener la moral en el mundo también se instalaron en el abuso y en el despilfarro.
Y pregunto… ¿el hombre es la creación especial de Dios…?
Si es así Dios debe intervenir porque a la humanidad se le ha ido la “olla”.
La biblia en Tito 1:2, dice “…que Dios no puede mentir…?, por tanto su promesa de la segunda carta de Pedro 3:13 es imperiosamente necesaria.
No queda ya otra solución.
me gusto mucho este articulo por que demuestra lo cierto de lo mal que estamos, vivimos en un mundo donde la moral es sinónimo de hipocresía y eso resulta mil veces mas peligrosos que el arsenal nuclear que había en la guerra fría.
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Así es. Gracias, un abrazo.
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Mi querido amigo… esa tristeza es compartida a pesar de la lejanía… esa lejanía que nos acerca a final de cuentas… Los tiempos de ensoñación prometidos para el siglo XXI en caricaturas como LOS SUPERSÓNICOS (The Jetson) no hacen más que reforzar la idea de que un mundo globalizado nos aleja cada vez más de conceptos raros como equidad y acceso a los recursos económicos… cada vez más cerca las ideas de Orwell en su 1984 y cada vez más lejano el paraíso terrenal… a pesar de ello, el arte… las letras nos salvan… así que a seguir pllasmando nuestros pensamientos, aprovechando también esta posibilidad de trascender en lo instantáneo de la tecnología… te abrazo desde México…
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Gracias Elizabeth por compartir mis inquietudes, recibe mis gracias y mi mejor abrazo.
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De nada… aquí seguimos… frente al ordenador… ojalá puedas leer la entrada más reciente de mi blog (My life now), habla de una de las actividades que más disfruto… y si me compartes tus comentarios, ¡súper! Abrazo fuerte de vuelta…
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Seguro que la voy a leer, yo también estoy terminando mi entrada que sale los martes a las 20 horas de aquí de España, ahora son las 00:22 min.del 28/6
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Tenemos el mundo que merecemos, y a los que nos gusta describirlo desde el suelo nos dicen que hacemos ‘realismo sucio’. El realismo siempre es real. La realidad es tan sucia como la hemos dejado nosotros…, otra cosa es que no quieras mirar más allá de un par de ombligos. Me ha gustado mucho el post. Un saludo!
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Tienes toda la razón, muchas gracias, un abrazo.
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Está en nuestra mano arreglar esto, pero no queremos. Aquí nadie nos va a sacar las castañas del fuego. Lo que tenemos que hacer es dejar de mirar y actuar; los adheridos a la doctrina del mal jamás descansan.
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Tienes toda la razón, gracias, un abrazo.
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Al final todo termina siendo diferente. Yo soy joven, pero los testimonios de los mas veteranos afirman lo que dijiste: “los coches no necesitarían ruedas porque planearían a medio metro del suelo” y hoy el futuro son las bicicletas.
¡Excelente escrito!
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Muchas gracias, un abrazo.
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