Diez centímetros

Si existe un momento en la vida en que te das cuenta que todo es relativo, a mi me ha llegado ese momento.

Estoy en mi terraza y echando mi vista atrás, a aquellas ilusiones de juventud, aquellos proyectos que prescindiendo de que se cumplieran algunos y otros no, nunca han sido lo que uno pensaba, aquel creer en las cosas para luego darte cuenta que no valía la pena ni el esfuerzo, ni el tiempo ni nada del precio que costó, sino que solo eran ilusiones.

Porque aunque lograras aquello por lo que apostastes, el resultado de desvanecía en breves momentos convirtiéndolo en una falacia.

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Vivimos una vida, que nosotros no la hemos pedido, pero que sin quererlo nos encontramos en medio de una jungla en la que debes sobrevivir, un escenario en que te ofrece de todo, dinero, felicidad, poder y todo a cambio de dedicación y de esfuerzo solo para llegar a éste momento en el que me encuentro, diez centímetros más allá de la linea de salida.

La vida y su implacable sistema es un engaño total y aunque tienes que vivirla, no te queda otra, es como una pelea, lo mejor, dentro de lo peor, es mantenerse alejado del foco para recibir los menos palos posibles.

Desde aquí, desde mi terraza, veo el fluir de las gentes, todos con objetivos , con ilusiones, hasta que lo logran o no, el resultado no varía para tener el desengaño.

Si tu ilusión, tu objetivo, tu meta ha sido triunfar en lo que más te gusta, disfrutas con una buena posición económica, y luego qué…?, quizás te quede el triste consuelo de estar mejor que tu vecino.

Uno continúa tan vacío como al principio.

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Te das cuenta que en un momento te subiste a la rueda del hamster,  y su velocidad hace que no te puedas bajar, te tiene prisionero de tus propios objetivos, de tus propias ilusiones, de tus propias metas.

Yo, amigo, ya me bajé.

Y me doy cuenta que el sol sigue saliendo por el mismo sitio que cuando empecé esta vida, nada ha cambiado, solo yo, cargados de heridas de la vida, que los logros no son capaces de cicatrizar.

Por todo eso me doy cuenta que nada vale la pena, que todo es relativo, y que si le hubiéramos dado la importancia que realmente tienen las cosas, seguiríamos en el mismo lugar que antes.

Y no me siento mal, porque entiendo que cuando eres joven, uno piensa que puede ponerse el mundo por montera, pero a ti también te llegará ese momento de la relatividad y podrás darte cuenta que lo importante es quererse a uno mismo y lo demás viene añadido, total que importa diez centímetros más o menos.

39 comentarios en “Diez centímetros

  1. La relatividad en los asuntos de nuestra vida hace que nos montemos en un sube y baja de emociones para final de cuentas, justo antes de terminar el camino nos demos cuenta que la paz , la tranquilidad, el estar con la persona amada, el vivir el momento oportuno ha sido lo mas sublime que nos puede pasar. Y decimos… si lo hubiese sabido antes hace rato me hubiese bajado del carrusel, para vivir en el aquí y en el ahora. Gracias.

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  2. Muy bueno lo que has escrito, es una gran reflexion para todos aquellos que, ya, tenemos el billete del tren comprado y que sabemos que en cualquier momento nos subimos al tren para iniciar el viaje sin retorno..te mando un gran abrazo y te voy a seguir leyendo…

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  3. Su reflexión me recuerda al protagonista de «En la orilla» de Rafael Chirbes, donde el hombre, carpintero por herencia, soltero y son hijos por inercia, ve irse su vida sin haberla vivido y pensaba que al final, los hombres solamente somos propietarios de nuestras carencias, de aquello que nos falta, que lo que tenemos es nada y siempre de prestado. Aun así, vivir hay que vivir la vida de tal suerte que sobreviva a la muerte. O no?

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  4. Bajarse de la rueda del hámster y centrarse en la esencia personal, en que cultivar aquello que te puedas llevar al viaje eterno que nada tiene que ver con lo material es una decisión valiente y madura. Relativizar todo es una costumbre que me irrita, que comprendo pero me irrita, aun tengo la pasión, la energía y quizá la imprudencia del que se moja, del que decide escoger, siempre tratando de evitar la «o», apostando por la «y» que para mi es la cooperación y la sinergia. Gracias por la fabulosa reflexión que expones. Saludos.

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  5. ¿Qué lo mejor de cumplir tu sueño no es poder elegir el siguiente? Ah…, sí… eso vino de Disney, pero es cierto.
    Aprendí relativamente pronto eso de que nuestras prioridades, metas y tragedias no son absolutas y no son para siempre. La idea a mi me asusta y me entristece a veces, pero por lo general sólo es un hecho que me recuerda vivir el presente y dar su sitio al pasado y al futuro como combustible según venga al caso.

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  6. Me ha encantado su reflexión! Realmente concuerdo con usted. A mí me encanta escribir y leer lo que otras personas quieren dejar al otro en sus palabras. Tengo 20 años y sueño con muchas cosas, pero de lo que estoy realmente segura es que nada pasa por casualidad, y aunque todo es relativo, todo depende de nuestras decisiones y el mundo que nos rodea. Y creo firmemente en que nadie está vivo por error, sino que más allá de las metas e ilusiones de cada persona, lo verdaderamente hermoso de la maravillosa vida humana es el amar y ser amado, porque al fin y al cabo todos necesitamos eso, amor.
    Le deseo lo mejor, y no se baje del ruedo, que el mundo lo necesita, y nosotros aquí estamos para leer lo que nos comparte. Saludos!

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  7. He leído tu relato que me ha traído a la memoria una abstracción de la vida que traté de reflejar en un poema que tu has desgranado en auténtica prosa, lo acabo de publicar confiando que lo disfrutes, digo el poema, porque las conclusiones son las que son por más vueltas que les demos que les damos, sobre todo quienes no dejamos de reflexionar sobre cualquier cosa, la introducimos en nuestra hormigonera mental y dale que te dale, vueltas y más vueltas, que no nos resuelven el gran problema ni las super dudas, a lo dicho amigo y concluyo que espero que el poema que publico haciéndote el eco no te haga salir del espacio de sosiego vital alcanzado, un abrazo virtual desde el otro lado.

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  8. Hola, amigo de las letras; me gustan tus entradas en blanco y negro, «al pan pan y al vino vino», pero en esta última estoy en desacuerdo contigo: «Yo, amigo, ya me bajé», no entra en mis cuentas; tengo casi sesenta y, «cuando la vida me tenga que bajar me bajará» pero no sin tener mi pelea con ella antes.

    Un abrazo

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  9. Buena exposición y te agradezco la reflexión. Somos hijos del capitalismo, luchamos por conseguir cosas que nos dicen que nos harán felices pero no nos sirve ni para eso.

    No sé si hemos empeorado, no sé si nuestra frustración es mayor ahora. Antes el tiempo se contaba por el paso de sucesos importantes. Ahora se cuenta pase o no pase. Si no pasa se nos hace ver que hemos perdido el tiempo pero lo hemos vivido así que nada de perdido. No sé puede perder lo que no se ha tenido nunca.

    Si volviéramos a contar el tiempo así nos daríamos que necesitamos más hitos en la vida para contarla.

    Un saludo.

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  10. No soy un niño ni un viejo, soy un tipo de treinta con suficiente amor propio como para buscar y disfrutar placeres, que intenta hasta donde puede (y quisiera más pero sabe que no es omnipotente) modificar las cosas que odia y que le duelen. Hago mía la frase de Walt Whitman «me contradigo, y qué; soy inmenso contengo multitudes», y la de mi abuela «la felicidad es como el roquefort con uvas». Debe ser muy feo correr trepado en la rueda del hamster.
    ¿Será mejor caminar hacia el horizonte por el camino que atraviesa multitud de pueblos y de culturas?
    Un fuerte abrazo

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  11. Muy interesante y agradecudo por esta exposición clara y directa de tu momento vital. Aunque me temo que cada uno deberá seguir corriendo en la rueda hasta que nos llegue el momento de superar la etapa. Y, quizás, con la esperanza de que, al menos, el amar y ser amado haya merecido la pena.
    Un saludo

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