Un hermoso amanecer

Hace pocos días publiqué una entrada en la que hablaba de mi punto de vista de las fiestas de Navidad, quizás mi forma de expresarlo pudo dar pie a que alguna persona se pudiera sentir mal, a tenor de varios comentarios que recibí, y pido disculpas si a alguien le molestó, pero aún así no dije ninguna mentira, y muchos concordarán conmigo en esa comedia en que se han convertido esas fiestas.

Claro que yo concuerdo en que es bonito que la gente se esfuerce por darse muestras de cariño, por intercambiarse regalos, por interesarse por los demás, pero cuando a esto solo se le da énfasis una vez al año y con el fondo del consumismo, pues señores tengo que decirles que no me gusta.

Es más me indigna, que se engañe a la gente diciendo que Jesús nació en unas fechas que realmente corresponden a fiestas paganas como eran las saturnales romanas o se les engañe a los niños con los reyes magos de Oriente, reyes que fueron enviados por el rey Herodes para saber donde había nacido Jesús u asesinarle como hizo con muchos niños de esa edad, y no solo eso sino crearle un cisma a los de menor edad que el día 6 de enero es obligatorio recibir regalos, no, los regalos se hacen de corazón y no en una fecha determinada porque es lo que los mandantes han impuesto.

Y quiero decir que no estoy en contra de ninguna religión o confesión determinada, no estoy de acuerdo con el engaño, con un engaño que tiene el objetivo de enriquecerse y que ha veces obliga a quien no tiene, a sentirse más desgraciado que el resto de la sociedad, por eso siempre he tratado tener respeto a opiniones que no concuerdan con la mía pero hay cosas que no merecen ni mi respeto ni el de nadie.

Quien si merece mi respeto son aquellas personas que tienen empatía y que de manera altruista dan su vida en favor de los demás, sufriendo pero ayudando y estén bajo cualquier bandera o confesión, esos si son dignos de admirar, son dignos de mis elogios, sean médicos, enfermeras o simplemente gente que ayuda a otra gente, sinceramente, vaya mi aplauso para ellos.

Os resumiré mi pensar de manera sencilla, esta mañana sobre las siete, estaba sentado frente al mar, en el paseo de Sitges, y vi un amanecer precioso, y pensé, esto es un lugar maravilloso, es hermoso, pero al darme la vuelta solo vi un mercado de salteadores.