Son las 6.30 de una fría mañana de invierno en Soweto (Sudáfrica). Evelyn sabe que es hora de salir de la cama. Pero también sabe que su casa no cuenta con calefacción central, así que levantarse supondrá una auténtica tortura.
Evelyn coloca cuidadosamente sus rodillas con artritis sobre el borde de la cama. Se sienta y espera a que, poco a poco, remita el dolor en las piernas. Entonces, ayudándose con las manos, se levanta entre lamentos y, con las manos en las caderas, como un saltamontes que se arrastra, va cojeando lentamente hasta el baño.
“¡Lo logré!”, se dice a sí misma. No solo ha despertado para ver un nuevo día; también ha conseguido mover su adolorido cuerpo.
Pero a Evelyn le preocupa algo más: “Que me falle la mente”. Aunque de vez en cuando pierde las llaves, su cerebro todavía funciona bien. “Oro para no perder la lucidez como les pasa a algunas personas mayores”, señala.
En su juventud, Evelyn nunca pensó en la vejez. Pero, sin apenas darse cuenta, el tiempo pasó, y ahora su cuerpo no deja de recordarle que tiene 74 años.
A diferencia de Evelyn, algunos mayores tal vez vean esta etapa como los años dorados de su vida, pues gozan de relativa buena salud y carecen de grandes preocupaciones. Quizá su caso sea similar a quien alcanza una buena vejez, viejo y satisfecho. Sin embargo, otros ancianos sufren “malos tiempos” y solo pueden decir: “No disfruto la vida ahora”. Como en cierta encuesta muchas personas hablaron negativamente de la jubilación, la revista Newsweek propuso llamar a esta etapa, más bien, los “años sombríos”.
Y usted, ¿cómo ve la vejez? ¿Qué problemas plantea a las personas mayores? ¿Es inevitable el deterioro mental en la tercera edad? ¿Cómo se puede conseguir paz interior en esta etapa de la vida?
«Aprender a no ser joven es el aprendizaje más largo y más difícil de la vida.» León Daudi
“Aprender a no ser joven es el aprendizaje más largo y más difícil de la vida.”
Yo le suprimiría el «no», para las personas mayores el reto es no envejecer emocional y mentalmente.
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Ese es el reto, gracias, besos.
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Tengo que meditar eso de hacerme vieja con tranquilidad, a ver si me pongo a ello.
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No hay prisa, gracias, un abrazo.
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Ciertamente los que convivimos con personas mayores, estamos en esa dualidad, el miedo a llegar a viejo y la alegria de compartir nuestro tiempo con nuestros mayores.
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Pues si, es lo que hay, gracias, abrazos.
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