Ya está aquí el verano

Si, lo se, direis que me he saltado una estación, pero hoy me ha dado esa sensación.

Esta mañana, como estoy en modo «deshecho social» por mi edad y no tengo muchas cosas que hacer, después de un buen desayuno y una mejor ducha, he pensado no quedarme en casa y salir a disfrutar este extraordinario día de sol que hace en la costa catalana del Garraf, concretamente en Sitges.

Me he ido a la zona norte, a la playa de Aiguadolç, y creerme, es un privilegio poder disfrutar de un sitio tan bonito, había muchísima gente tomando el sol y esto me ha recordado al verano, donde tantísima gente eligen este sitio como lugar para pasar sus vacaciones.

Ni que decir que había que ir en manga corta, incluso la gente que tomaba el sol estaban desnudas o en traje de baño, las terrazas llenas, la mayoría como yo, deshechos sociales que ya tienen una edad y que la sociedad los aparta de la máquina productiva que es el sistema consumista.

Y esto me enseña que no es tan malo hacerse mayor, y no puedo dejar de tener lástima por aquellos que no conocen otra cosa que no sea trabajar, trabajar y trabajar, porque una cosa es trabajar para cubrir las necesidades y otra la adicción al trabajo, o seguir el ritmo que te marca la empresa,  a los compromisos, a las deudas que no tienen sentido.

Por eso mientras paseaba me he sentido ligero, sin cargas y no tengo que esperar a que lleguen los meses de vacaciones para poder disfrutar de este paraíso que son estas playas, más tarde y sobre la una del mediodía, una paradita en la playa de San Sebastián donde en una terraza he podido degustar una buena cerveza bien fría.

Y estos hechos me hacen meditar en lo mal que aprovechamos nuestras vidas, yo el primero, no nos damos cuenta que vivir es más sencillo de lo que creemos pero tristemente nos complicamos la vida y la dedicamos a ganar dinero que luego tendremos que devolver por cosas que nunca valdrán la pena, porque lo bueno y lo bonito de esta vida es gratis.

Y concordareis conmigo que por dos euros he tenido una buena cerveza bien fría, un sol extraordinario, un olor maravilloso de mar en su brisa, unas olas penitentes, y una libertad sin precio.