A propósito…

Ayer, tarde de domingo, tranquilito en casa, relax a tope, idónea para leer, escribir, ver lo que se pueda salvar de la televisión y poca cosa más, un vasito de ron y esperar que la tarde pase.

Ya de noche, veo anunciada una película, «A propósito de Henry», que no por verla mucho me deja de gustar, porque si bien en principio es una película para estar entretenido un rato, se puede sacar mucho de ella, seguramente todos sabréis de ella y la habréis visto, pero yo no me canso de verla, porque encuentro una gran lección de vida.

Porque muchos de nosotros al igual que el protagonista, sobre todos desde que empezamos a ser  adultos, creemos que nos vamos a comer el mundo y en nuestra ambición por llegar lejos no dudamos en llevar a cabo cualquier cosa para triunfar y para estar considerado por los demás, es igual si para llegar a ello tenemos que engañar, humillar o violar principios como la honradez, lo importante es ser más importante e hinchar la cuenta bancaria.

Hasta que por una razón u otra nos llega un punto de inflexión que nos pone, en muchas ocasiones de una manera cruda, en nuestro sitio y que nos muestra que todo, absolutamente todo es vanidad, entonces y solo entonces nos damos cuenta del error que cometemos, dándonos cuentas que la vida se puede aprovechar de muchas y mejores maneras.

Si la habéis visto, notaréis la cara de sorpresa que Henry se lleva cuando va descubriendo quien era antes de salir del coma y las prácticas que desarrollaba durante su vida, por eso que bueno sería que echáramos un vistazo atrás, a la vida que llevamos y analicemos si vale la pena lo que estamos haciendo, no esperemos a que nos den un tiro en la cabeza para darnos cuenta que la vida hay que vivirla.

«El sufrimiento de unos puede ser provocado por la ambición de otros.» de Madre teresa de Calcuta