Estaba allí.
Sabía que llegaría un día que me encontraría con ella.
Estaba allí, se muestra de pie, majestuosa e impertérrita, mientras que su criado, quien le proporciona vida hace lo que a ella se le antoja.
Hablo de esa tecla, ese pulsador que se haya adosado a los semáforos, esa tecla que nos hace creer que está ahí para proporcionarnos vía libre al cruzar una carretera o una avenida.
No se lo crean, es engañosa.
Me mantenía frente a ella, desconfiado, conocedor de su falsedad, la observé durante un buen rato y nunca te da paso cuando la pulsas, te hace esperar el tiempo que quiere y cuando le da la gana entonces te da paso, diciéndote así que pasarás cuando ella lo decida, no antes.
¿Recuerdas cuando siendo un niñito, te dicen que los niños vienen de Paris…?
Pues esto es igual, hay un rótulo que te dice…«Para cruzar pulse el botón»
No caigas en la trampa, es un artefacto manipulador que juega con nuestros sentimientos y quiere hundirnos psicológicamente, por eso si te cruzas en tu vida con uno de ellos, vuelve atrás y replantéate tu itinerario, no seas suicida, no olvides que es una máquina capaz de cambiar los colores, y por supuesto de sacártelos en la misma calle.
Eso es una observación muy util. Generalmente el algoritmo tiene que sumar estas condiciones a la vez:
1.Se ha presionado el pulsador de peatón desde el final de la última fase peatonal
2.Ha caducado el «Temporizador de máximo tráfico verde»
3.Los detectores indican que un peatón todavía está esperando para cruzar – Un saludo.
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Muchas gracias, abrazos.
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