MUCHAS personas tienen la impresión de que nadie ve sus esfuerzos. Por ejemplo: hay empleados que se sienten poco apreciados por sus patrones, personas casadas que consideran que sus cónyuges no las valoran como deberían e hijos que piensan que, hagan lo que hagan, nunca estarán a la altura de lo que sus padres esperan de ellos. Con seguridad, tales sentimientos se mitigarían si todos estuviéramos más dispuestos a elogiar.
Oír alabanzas sinceras no es lo normal en el mundo de hoy, cosa que no sorprende. ¿Ha recibido usted elogios sinceros? Entonces sabe por experiencia lo mucho que reconfortan y animan.
En este mundo ingrato en que vivimos, todos necesitamos sentirnos amados y apreciados. Cuando prodigamos elogios francos, fortalecemos a nuestros semejantes y les elevamos el ánimo. Las alabanzas sinceras les darán motivo para seguir dando lo mejor de sí.
El mundo sería distinto si toda la gente se interesara en los demás, buscara sus buenas cualidades y alabara sus buenas acciones. No cabe duda de que los elogios tienen un gran poder.
No puedo estar más de acuerdo. Parece que hoy en día lo que importa es atacar y hacer daño en vez de construir y reforzar positivamente.
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Hacen falta más palabras dulces. A veces damos por sentado lo que creemos que «tenemos», vemos a las personas a nuestro alrededor por su utilidad y no por lo que realmente representan en nuestras vidas. Muy grato leer que alguien más lo aprecia.
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Tienes mucha razón. Cuando algo funciona o alguien hace bien las cosas no se suele valorar positivamente pero al contrrarío sí. Todos necesitamos de refuerzo positivo para seguir motivados y mejorar nuestra autoestima.
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Definitivamente hay que reconocer lo que otros hacen por nosotros, hay muchas personas que se motivan por cosas muy diferentes al dinero.
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