No se si os comenté que me compré un coche nuevo, pues bien os lo digo, y lo cuento porque comprarte un coche de ahora es la polla, más que un coche es como la extensión de uno mismo porque te hace las cosas sin que tu intervengas, tu solo siéntate y observa.
Te viene con unos asientos con memoria, o sea que te sientas y se amolda tu cuerpo y esto siempre lo recuerda, me meo, luego llevas tantos extras que tardas días en hacerte a la idea, por ejemplo lo que llaman el «star-one», que consiste en apretar un botón y te habla una señorita preguntándote que deseas, asistencia, grúa, restaurantes, etc.
Si te desvías un poco el coche se pone en su sitio, si hay un obstáculo el solo se detiene, te busca aparcamiento y el se encarga en colocarlo, si estornudas se ponen en marcha los limpiaparabrisas, si entras en un túnel, la iluminación se conecta, o sea la reostia, y no te digo nada del velocímetro automático, o sea «pa mear y no echar gota»
Pero como añoro a los años setenta mi Seat 600, que no tenía nada de esto pero con el, yo era el que hacía las cosas, disfrutaba conduciendo, y si se fundía una bombilla quitabas los dos tornillos y ponías una nueva, ahora si se te funde una has de acudir a la ciencia cuántica para adivinar como hacerlo.
En el siempre llevaba una garrafa de cinco litros de agua, porque aunque era de color burdeos, cuando le apretabas se volvía de color rojo pasión de lo que se calentaba.
Y aquel parachoques de hierro que nunca se abollaba, que recuerdos.
Y ahora dicen que estos coches crean pasión por conducir… y una mierda.
Cuanto te entiendo
Me gustaMe gusta
Gracias, un abrazo.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en PACO ALOY.
Me gustaMe gusta