En el mes de abril, entre muertos y contagiados, hospitales llenos y trabajos parados, hablábamos casi con lágrimas en los ojos que cuando sería posible tener una vacuna para ayudar a salvar vidas y sufrimientos.
Era como si habláramos en un futuro no a corto plazo, dado que las vacunas por lo general tardan en ocasiones años en salir a la luz.
Pues bien, en un tiempo récord tenemos ya en nuestras manos varias vacunas al parecer bastante efectivas.
Con entusiasmo y esperanza vimos a la primera persona que se le inyectó y ha algunos más, pensamos que la vacunación iba a ser masiva para empequeñecer los daños del virus, pues nada más lejos.
En once días desde la primera administración, solo se ha llevado a cabo un pequeño porcentaje de las existencias.
No lo entiendo.
Parece más una operación de marketing que una panacea para la humanidad.