Toda la situación de inquietud que vivimos por la pandemia, por estar encerrados, por falta de empleo, por haber perdido seres queridos, por ver negligencias en algunos responsables, todo esto nos hace sentirnos mal y a veces la salida la encontramos en la agresividad, por eso quería recordar este artículo de hace años de la revista Despertar que puede ayudarnos porque la agresividad se sabe como se empieza pero no como acaba.
«La agresividad es un componente de la estructura emocional del ser humano, como son el amor, la esperanza, la ansiedad, la tristeza o el miedo. Por eso, es normal que todos nos enojemos de vez en cuando. Si se mantiene bajo control, es posible expresar la agresividad de forma equilibrada y productiva; por ejemplo, puede ser provechosa cuando nos impulsa a superar un obstáculo o un problema.
Hay quienes se enojan con más facilidad, más frecuencia y más intensidad que los demás. Si se los provoca, lanzan ataques verbales o físicos, y la ira termina controlándolos, cuando debería ser al revés. Esa reacción irrefrenable es peligrosa, por lo que se la ha llamado “agresividad problemática”
Las personas que tienen problemas de agresividad no solo se causan dolor a sí mismas, sino también a quienes las rodean. Incluso la más trivial de las cuestiones puede provocar un arranque violento con terribles consecuencias. Veamos algunos casos:
Un señor que caminaba con sus amigos por una calle abarrotada de gente recibió un balazo en el cuello porque la bolsa de deporte de uno de ellos rozó a un hombre que pasaba junto a él.
Un muchacho de 19 años que estaba jugando un videojuego violento perdió los estribos y mató a golpes al bebé de once meses de su pareja porque lo hizo perder la partida al tocar la consola.
Otros casos similares en todo el mundo demuestran que cada vez hay más y más personas con problemas de agresividad.»