Ayer Marisa, una vecina, me pidió de favor si podía acompañarla al Hospital Clínico de Barcelona, a consultas externas, a unos 40 kilómetros de Sitges.
Hace unos meses la operaron de un pie y aunque ya está bien debe seguir haciendo visitas rutinarias.
Y accedí.
Y no solo por ayudar que para eso estamos los vecinos, sino porque vi una oportunidad de ir a Barcelona, cosa que entre los cierres perimetrales de la comarca del Garraf, hacía ya un tiempo que no iba.
Me ha sorprendido gratamente el movimiento de gentes por las calles, sin haber aglomeraciones pero con cierta alegría en el devenir por comercios, bares y demás.
La he dejado en la entrada de las consultas y como tenia para una hora o algo más me he ido a aparcar el coche al garaje del Ninot. en la calle Provença y aprovechar para sentarme en una terraza y tomar una buena cerveza, vamos como si todo siguiera igual que antes de aquel 14 de marzo del pasado año.
Desde la terraza observo un taxi (licencia 772) que se detiene, lo conduce una chica que parece india, muy exótica y con una amabilidad extraordinaria le deseaba un buen día al cliente.
Minutos más tarde se detiene otro, el pasajero bajándose con cierta dificultad ya que llevaba un par de bultos y un maletín, el conductor con muy mala educación gritándole al pasajero…¡Cierra la puerta, coño…!
En definitiva hay cosas que ni la pandemia cambia, pero me quedo con esa mañana extraordinaria de volver a hacer algunas cosas normales y con la esperanza de que pronto todo esté en su sitio.
El pie de Marisa muy bien.
👏👏
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Pues si, por desgracia, hay cosas que no cambian; aunque también por suerte sucede lo mismo, que hay cosas que no cambian.
Barcelona és bonica, bonica 😍
Saludos cordiales.
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Gracias lauhra, un saludo.
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