Decía el rey Salomón que al hombre no le pertenece siquiera dirigir su propio paso, sólo mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta que somos seres odiosos, empeñados en destruirnos a nosotros mismos.
Nuestro egoísmo no tiene límite y así nos va.
Los grandes dirigentes de la humanidad se han corrompido de tal manera que el engaño y el robo se ha oficializado como si fuera algo normal.
Las religiones que deberían ser las responsables de la moral en el mundo se han convertido en fariseos hipócritas convirtiéndose en mercaderes y creando multinacionales a costa de los más necesitados.
Los gobiernos oprimen a los pueblos y les sacan hasta el hígado mientras ellos disfrutan con lo que roban y se crean un futuro a costa de los más pequeños.

Tenemos un lugar donde vivir maravilloso, donde provee para muchos más de los que somos pero los estraperlistas de las grandes compañías controlan para que eso tenga un precio que les llene las arcas.
La mantequilla se funde y se va por la cloaca antes de que se tenga que bajar de precio.
Las medicinas sólo llegan a países que puedan pagarlas y si no te mueres.
Las ideas extremas de aquellos que llegan al poder en ocasiones haciendo trampas nos ahogan y nos hacen vivir cohibidos y limitados.
Y estos somos nosotros, nuestro raciocinio está bajo mínimos.
“Hay algo que Dios ha hecho mal, a todo le puso límite menos a la tontedad…”Konrad Adenauer