No puedo aspirar que lo que me gusta a mí tenga que gustar a todos, ni todo lo que yo practico sea lo correcto.
Es más pienso que es un gran tesoro el que exista tanta diversidad porque así nos enriquecemos unos a otros, como coloquialmente se dice… «para gustos, los colores…»
Pero hay cosas que en la mente de un experimentado adolescente de la tercera edad le cuestan echar raíces, por ejemplo los video juegos.
Y eso que de vez en cuando y para amortiguar los cuarenta y cinco minutos de viaje en tren desde mi trabajo en Barcelona hasta Sitges o al revés me ponía un juego en el móvil, pero lo que me cuesta entender es esa adicción que tanto jóvenes, adultos y personas mayores tienen hoy en día.
Las redes sociales han facilitado esa adicción, no extraña ver a personas por la calle como zombis, prescindiendo de que la atropelle un vehículo, o de tropezar con una farola, lo importante es no apartar la vista de las cinco pulgadas de la pantalla, lo demás es igual.
Y yo digo será que el recalentamiento del planeta nos está volviendo medio tontos…?
O somos ya tonto del todo…?
En varios comercios, en un pueblo pequeño como el mío anuncian en los escaparates…«entren señores clientes, hay pokemons por el local, captúrenlos…!!!»
Me he vuelto acarajotado, o es el mundo…?
Sentado en la terraza de un bar, oía la conversación de dos personas mayores y uno comentó de dar un paseo por el campo, a lo que el otro le contestó…«sí, igual por el camino encontramos pokemons, o pistacho…»
Si meo no echo gota.
Creo que soy más viejo de lo que pensaba.
La magia de sentarse a la sombra de unos pinos, de caminar y notar la brisa en la cara, de pararte y coger flores, de sentarte a ojear un buen libro, eso ya carece de importancia, ahora tienes que estar inmerso en un video juego, sino no eres nada.
Menos mal que hay otras personas que estudian, que enseñan, que descubren vacunas y fomentan valores en favor de la humanidad, que sirven de apoyo a otras muchas, que se juegan la vida por ayudar a otras, aunque mucho me temo que estos movimientos van en aumento y que solo estamos en pañales de lo que vendrá.
Por suerte soy mayor y no lo veré.
Y ahora os dejo que estoy intentado pasar otro nivel del Candy Crush.
tampoco lo entiendo. pero todo es parte de un balance perfecto al fin y al cabo 🙂
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A mí, me lo tendrían que explicar muy bien para al final no entenderlo, gracias, un abrazo.
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En primer lugar gran entrada. Los videojuegos no son el problema, son las personas (o el calentamiento global) tal y como dices, esa es la clave. Los videojuegos sólo son un producto que inicialmente tenían el objetivo de entretener a la gente y ahora es el de ganar dinero, a cualquier costa, ayer fue Candy Crush, hoy es Pokémon GO y mañana vete tú a saber.
Un saludo.
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Totalmente de acuerdo contigo, gracias por tu opinión, un abrazo.
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Que genio, un agrado leerlo, realmente
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Eres demasiado generosa conmigo, si fuera genio me metería en la lampara y no saldría. Gracias, un beso.
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Reblogueó esto en Literatura, arte, filosofía, entre otros.
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Deberíamos hacer un grupo… los acarajotados… sería guay… jajaja
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El problema de todo esto es el exceso. No pasa nada si juegas un rato o un par de horas, el problema está en cuando ese «rato» pasa a ser «necesidad». Ahí es cuando nos volvemos dependientes. Pero la gente no lo ve ni es consciente… ni quiere. Les gusta la anestesia de que lo tienen todo bajo control, del mismo modo que el cocainómano cree que por una raya más no pasará nada…
PD. Me hago fan de la palabra «acarajotado». De verdad, es brillante.
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Si, es el exceso, el problema, un beso
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Soy jugador tradicional, de consolas de sobremesa, pc y portátiles. En mi historial tengo muchas horas de juego, pero generalmente de los que tienen historia, alimento argumental del que puedo aprender algo. Ya sea historia, valores sociales, sacrificio personal… Los hay, no os quepa la menor duda.
Pero nunca he sido capaz de entender lo de los móviles y esto del pokemon go. Veo en elloaa experimento social que videojuego. Veo herramienta de control. Veo incluso un gran peligro. En su justa medida no pasa nada, pero es que el móvil.. Rastrea todo lo que haces, y dónde lo haces. Eso es inquietante.
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Ese es punto Oscar, gracias, un abrazo.
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