¿Hablas en clave…?

Hace tres días publiqué una entrada en la que denunciaba la mentira en la que hemos convertido nuestras palabras a la hora de hablar, y permitirme que incida un poquito en este tema porque creo que es más importante de lo que podemos llegar a pensar porque los resultados en muchos casos o en la mayoría son catastróficos, son amargos y es el detonante para que la confianza desaparezca.

Recuerdo una noticia que escuché hace ya varias décadas, no os puedo asegurar que fuera cierta, pero quizás eso es lo de menos, pero que ilustra uno de los males de que nosotros las personas, hemos instaurado como norma, el habla engañosa.

Resulta que se celebro una carrera de fondo, de motor, entre las dos potencias dominantes en la guerra fría, allá por los años setenta del siglo pasado, Estados Unidos y la U.R.S.S., se ve que ganaron los americanos, pero la noticia en los medios comunista fue la siguiente…«En la carrera celebrada, nuestro país, la U.R.S.S. quedó segunda mientras que los norteamericanos quedaron penúltimos…»

Claro está, tu dirás, no dijeron mentira, no, con las palabras no, pero si con el entendimiento que quisieron dar, recuerdas aquello de los fotogramas de refrescos que se incluían en las películas con el ánimo de despertar la sed, pues esto es algo parecido, te digo una cosa pero quiero que entiendas otra.

Pero, coño, tan difícil es hablar con propiedad, tanto cuesta llamar a las cosas por su nombre…

Seguro, tu que me lees, seguro que habrás vivido, a veces es lo más cotidiano, que amigos, familia, conocidos, o incluso aquella persona que tanto quieres, te ha venido con un comentario como el comunista reseñado anteriormente.

Y tu, que quizás ya tienes una prolongada experiencia, piensas …¿será que tengo cara de idiota…?, y a mí no me cabe eso de que existen mentiras piadosas, si una persona miente sea mucho o poco, para mi es una persona mentirosa en la que no se puede ni se debe confiar.

Además estoy convencido de que cuando una persona no es clara, es porque tiene cosas que ocultar, porque no hay nada más bonito que llamar a las cosas por su nombre, y esa buena costumbre está desapareciendo, el resultado a esa «no» sinceridad, porque no hay nada que pueda permanecer siempre oculto, son desconfianza, lágrimas, largas noches sin dormir y descrédito sobre los demás, por eso deberíamos dejar de marear la perdiz y ser claros, como dije en la otra entrada «que tu si, sea si, y tu no, no».

«Quien siempre dice la VERDAD, puede permitirse tener mala memoria. Los MENTIROSOS tiene que recordar todas sus MENTIRAS. El que dice una MENTIRA no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. (Alexander Pope)